martes, 26 de marzo de 2013

Ascenso al Pico Torrecilla (Sierra de las Nieves) en una ventisca.

El pasado domingo 24 de Abril, se decidió ascender el pico Torrecilla, sabiendo de antemano, que encontraríamos nieve en el ascenso. El tiempo nos volvió a sorprender gratamente y nos permitió realizar un buen entrenamiento, tanto por las condiciones climáticas como para probar los equipos.

Una lluvia ligera nos acompañó durante todo el día, aunque una vez subido el bosque de pinsapos la lluvia se convirtió en agua nieve, de vez en cuando el silencio se hacía absoluto, todo se detenía para que la nieve descendiese lentamente mientras avanzábamos. Entre los quejigos el viento arreció y las nieves se convirtieron en un pequeño granizo y agua nieve que nos acompañó durante el resto de la travesía.

El frío arreciaba y la niebla desdibujaba cualquier camino, a las tres de la tarde volvemos a coronar el Pico Torrecilla por segunda vez para nuestro entrenamiento, entre los bancos de niebla, un viento frío y los hielos de las nieves.

Parte del material ha funcionado correctamente, otros tenemos que mejorarlo, el Aneto y Monte Perdido (Pirineos), no nos dejarán jugar una partida similar.

El descenso es rápido, entre vientos, nieblas y un granizo insistente.

Los gigantes de la sombra en la niebla quedan atrás, ellos son los testigos mudos de los siglos pasados y de aquellos que están por venir, nos miran en silencio mientras nos alejamos entre los jirones de nubes que andan sobre la agreste tierra.






















domingo, 17 de marzo de 2013

Una inesperada y divertida ventisca en la Sierra de las Nieves.



La mañana amaneció chispeando, pese a todo decidimos ascender, ya que las previsiones, aunque con lluvia y posible niebla, eran asumibles por el contexto: un camino bien marcado y una sierra que conocemos bien.

A la una de la tarde estábamos en lo más alto del pinsapal, todo marchaba según lo previsto, el Torrecilla se veía a lo lejos, alguna que otra nube lo cubría de forma aislada, conforme nos acercábamos comenzó a intensificarse la lluvia que nunca nos abandono, pero lo peor de todo estaba por venir, el viento inició a ser realmente fuerte y un granizo pequeño pero persistente nos acompañó durante cerca de cuatro  horas. El viento era tan fuerte en ocasiones que nos llegó a levantar del suelo y el granizo, pese a ser pequeño nos hacía daño al golpearnos la cara. El viento, el granizo y una niebla espesa nos hizo calibrar la situación y decidimos ir a las cuevas que se encuentran cerca de la base del Torrecilla, allí esperaríamos algún tiempo para que pasara aquella pequeña ventisca, sin que sobrepasase el tiempo estimado de seguridad para nuestra vuelta. El mal tiempo no aminoró en absoluto, eran las cinco de la tarde y no queríamos hacer la vuelta a oscuras con semejante tiempo, así que decidimos hacer el camino de vuelta ahora que había luz y las condiciones no eran peores. El ritmo fue realmente rápido, pero una hora después vemos como el granizo cesa, la lluvia comienza a aminorar su cadencia y la niebla se levanta, estamos entre los últimos quejigos centenarios y los primeros vetustos pinsapos... el cielo se abre en un instante. Ahora parece que no ha sucedido nada, el Torrecilla y la Sierra de las Nieves nos han jugado una pequeña mala pasada, iniciamos el descenso por la Cañada del Cuervo. Nos hemos quedado sin las fotografías que queríamos hacer del manto de nubes y de los pinsapos entre la niebla, así como algunas otras entre los pinsapos al anochecer... otra vez será. La seguridad ante todo, ella nos proporciona el obtener el lado positivo y considerar que hemos pasado un día realmente divertido, por suerte, teníamos como siempre todo el equipo para afrontar casi cualquier tipo de circunstancia adversa si nos quedábamos aislados.

En amarillo el espacio recorrido y en rojo el que quedó por cubrir para completar la ascensión al Torrecilla con sus 1919 m.

Si estas circunstancias se hubieran desarrollado en la zona que normalmente cubrimos en los Pirineos (Ordesa), nos hubiéramos quedado en casa disfrutando de un buen día con la familia, una agradable comida y un vino de la tierra que nos trae largas charlas junto a la chimenea.