miércoles, 4 de agosto de 2010

Félix Rodríguez de la Fuente

Félix Samuel Rodríguez de la Fuente (Poza de la Sal, Burgos 14 de marzo de 1928 - Shaktoolik, Alaska, 14 de marzo de 1980), conocido como Félix Rodríguez de la Fuente, fue un famoso divulgador ambientalista español, pionero en el país en la defensa de la naturaleza, y realizador de documentales para radio y televisión, destacado entre ellos la exitosa e influyente serie El Hombre y la Tierra (1974-1980). Licenciado en medicina y autodidacta en biología, fue un personaje polifacético de gran carisma cuya influencia ha perdurado a pesar del paso de los años. Su saber acercó campos como la cetrería y la etología, destacando en el estudio y convivencia con lobos.
Félix ejerció además como expedicionario, guía de safaris fotográficos en África, conferenciante y escritor, además de contribuir en gran medida a la concienciación ecológica de España en una época en la que el país todavía no contaba con un movimiento de defensa de la naturaleza. Su repercusión no fue sólo a nivel nacional sino también internacional y se calcula que sus series de televisión, emitidas en numerosos países y plenamente vigentes hoy en día, han sido vistas por varios cientos de millones de personas. Murió en Alaska, Estados Unidos, junto con otros cuatro colaboradores al accidentarse la aeronave que los transportaba mientras realizaban una filmación aérea para uno de sus documentales.

     Félix Rodríguez de la Fuente nación en el número 18 de la Calle Mayor de Poza de la Sal, en la provincia de Burgos, el 14 de marzo de 928, hijo de Samuel Rodríguez y Marcelina de la Fuente Ibáñez; tuvo una hermana menor, Mercedes. Su padre era notario de profesión, gran aficionado a la lectura y amante del castellano, por lo que en la casa se respiraba un ambiente intelectual. Debido a la Guerra Civil (1936-1939) y a que su padre no era partidario de una escolarización demasiado temprana se ocupó él mismo de educar a sus hijos en casa por lo que las incursiones de Félix en la naturaleza fueron continuas durante toda su niñez, en el seno de una naturaleza virgen apenas hollada por el hombre. Él mismo describiría su lugar de nacimiento como una "comunidad humana" en "convivencia armónica con los paisajes" que configuraron su "universo zoomórfico". En este ambiente maduró sus experiencias infantiles, que repercutirían en su sensibilidad y pensamiento para crear en el futuro sus hipotésis y propuestas tanto biológicas y antropológicas como de corte fiolosófico que se reflejarían en su obra divulgativa. Veraneaba habitualmente en Santander (Cantabria), ciudad en la que llegó a ejercer profesionalmente su padre. La afición de Félix por la naturaleza le lleva a convertirse poco a poco en un gran conocedor de la zoología y en una de sus excursiones campestres, al observar como un halcón captura un pato, comienza su afición por la cetrería. Comenzó su educación reglada en 1938 en los Sagrados Corazonistas de Vitoria como internado, época que vivió con añoranza por la libertad perdida.

En 1946, por consejo de su padre, que aunque siempre respetó su afición por la naturaleza desconfiaba de sus inclinaciones naturalistas, comienza a estudiar medicina en la Universidad de Valladolid. El primer año, atraído por la libertad recuperada tras sus siete años en el internado y las nuevas experiencias que le brindaba la ciudad, no fue un buen estudiante y sólo aprobó las tres asignaturas más fáciles. En años posteriores, solía encerrarse un mes antes de los exámenes para estudiar y desde el principio destacó en las pruebas orales dada su facilidad de palabra, logrando así las más altas calificaciones. Fue un gran aficionado al deporte, logrando ganar el campeonato universitario de 400 metros lisos. En esta época causa una gran incluencia sobre él el biólogo José Antonio Valverde, que alcanzaría una enorme repercusión internacional a finales de los años cincuenta al enfrentarse a lso planes del Ministerio de Agricultura para desecar las marismas del Guadalquivir, lo que llevaría a la cración en la zona del Parque de Doñana. Además, Valverde compartía su pasión por la cetrería, arte que por aquel entonces llevaba siglo y medio sin practivarse en España pero que Félix se propuso recuperar con la ayuda de los escritos medievales sobre el tema, especialmente el Libro de la caza de las aves de Pero López de Ayala y el Libro de la caça de Don Juan Manuel.

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